viernes, 31 de diciembre de 2010

2010 (miles)

2010 ya está en la UCI, apenas 4 horas de vida le quedan, tal y como sigue recordándome Tuenti. En este tiempo tendremos que tener estómago para la pantagruélica cena, así como para los incómodos momentos en conversaciones familiares (recordad: - ¿Aún no has acabado la carrera? - No, ¿y tú aún no te has muerto?), precaución de no atragantarnos con las uvas, polvorones, mandarinas o lo que la tradición de cada uno le dicte, y estar lo suficientemente guapos antes y después de las uvas para la noche con más expectativas del año (al fin y al cabo es la última y la primera) para luego pasar al día perdido en el que nos encargamos de reconstruir y en algunos casos, de olvidar, lo que sucedió la noche anterior...

Ésta iba a ser una entrada de balance del 2010, pero caería por su propio peso el sinsentido de calificar hechos y situaciones camuflados en germanías, además de ser una excesiva contemplación de ombligo. En su lugar (y dado el escaso tiempo del que dispongo) calificaré mi 2010 escuetamente como un buen año, difícil de olvidar, cargado de sentimientos muchas veces encontrados y en el que, día a día, me he demostrado que tengo mucho que aprender sobre todo y que, en el fondo, esto es en lo que se basa la alegría de vivir (como ya dije citando al maestro Pratchett en una entrada anterior ¡Vivid para esos momentos! ¡Os mantienen vivos! No hay mejor medicamento que descubrir que se está equivocado)

Nada más por mi parte, sólo desearos lo mejor para este nuevo año. Todos los propósitos que hagáis están en vuestras manos, exclusivamente; seguid equivocandoos y seguid aprendiendo. No os perdáis en el camino dejando que los árboles os impidan ver el bosque, luchad por cuanto queréis, y aquello que queráis, id a por ello.


Escuchando: Craig Armstrong - Love Actually Score