martes, 26 de enero de 2010

Fans

Al principio Mark Zuckerberg creó Facebook para los estudiantes de Harvard y vió que era bueno. Más tarde, de la tierra de Nod, vino el botón de "Hazte fan" y la humanidad fue condenada....

Hace un par de semanas publicaron en El País un artículo (señor Cebrián, yo he cumplido mi parte, ahora le toca a usted poner un link a mi blog desde su periódico....un anuncio en la portada de la edición impresa tampoco estaría de más...) analizando el fenómeno fan surgido a raíz de Facebook de un tiempo a esta parte. En particular, uno de los aspectos que se destacaban era el de Señoras que una categoría 'indiscutible' según el autor (quien consulta a ciberpunks para documentarse...) que va desde las que se cubren la cabeza con una bolsa de la compra cuando llueve (aquí se sitúa el origen de todo...una especie de Bosón de Higgs* del Facebook) hasta las que combatieron en el Abismo de Helm.

Basta ya de cachondeo, señores. Seamos serios. Quiero romper una lanza en favor de esas señoras que.....no, un momento, que me lío....quiero romper una lanza en esas señoras que van a las bibliotecas públicas a perder la mañana (la mañana, la tarde, el nieto, la compra, el marido...) usando Internet para ver las presentaciones de Power Point que les han mandado sus amigas, quienes a su vez estarán usando Internet en bibliotecas públicas, completando así un círculo vicioso.

El origen de dichas presentaciones es uno de los grandes misterios de la humanidad (su solución se dota con 1 millón de coronas suecas) pero, de lo poco que sabemos hasta el momento -datos facilitados gracias a las investigaciones en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN - es que todas se engloban dentro de una de las siguientes categorías:

  • Fotografías de montañas nevadas, cataratas, desiertos, auroras boreales y, en general, cualquier fenómeno natural que te haga sentir así como muy poquita cosa. Dichas fotografías son acompañadas de textos sin sentido sobre la grandeza de la vida, el universo y todo lo demás, a poder ser con la fuente más absurda posible (Comic sans es estilosa al lado de ésta) y los colores más chirriantes y que peor encajen con el fondo (el contraste provoca el desprendimiento de la retina tras 5,4 presentaciones).
  • Lo anterior pero con frases atribuidas a Tagore, Wilde o cualquier otro listillo con suficiente tiempo libre (es decir, como un bloguero pero con punto intelectual)
  • Véase también frases de la Biblia
  • Véase también leyendas árabes o frases del Dalai Lama; en ocasiones mezclados con las del anterior punto para dar una sensación de bienestar, paz interior y respeto entre las culturas.
  • Fotografías de bebés impunemente robadas a Anne Geddes acompañadas de frases sobre lo que es ser un buen amigo (parece ser que alguien que quiere que te quedes sin retina...curioso)
  • Las frases anteriores con dibujos de Piolín y Silvestre dándose abrazos y disfrutando juntos de la vida (algo más utópico si cabe que el respeto entre culturas)
  • Chistes muy largos, más malos y de una categoría que alguien en algún momento decidió llamar "verde". En ocasiones vienen con escenas o dibujos explícitos para que los estudiantes presentes en la biblioteca sientan vergüenza ajena (las señoras ni se inmutan)

Todas estas presentaciones acaban con la señora en cuestión contestando a su amiga (en ocasiones, a dos puestos de distancia) agradeciéndole el haberse acordado de ella en tan aciagos momentos y remitiéndole una presentación que le ha llegado por otra vía (véase sistema Ponzi)

Hasta aquí mi tesis sobre "señoras que", lo que seguramente dará lugar a páginas en el Facebook de Estudiantes que dedican sus escasas horas de estudio antes de los exámenes a observar y diseccionar sociológicamente a la fauna municipal. Como dijo un torero cuando le presentaron a Ortega y Gasset como filósofo (y no como calle): hay gente pa' tó

*Disclaimer: ya sé que el Bosón de Higgs no es la partícula inicial sino aquella necesaria para unificarlas a todas, ... algo así como un anillo único...., Bosón...anillo....Bolsón....mi tessoro!! (lo sé, debería dormir más, gracias por preocuparos =P)

Escuchando: VA - 500 días juntos (OST)

domingo, 10 de enero de 2010

Trozos de papel (I)


El título de esta sección es un plagio (¡homenaje, se dice homenaje!) a un espacio de MSN (léase blog sin tanta parafernalia hacheteemelística) que regentaba en el pasado, en el que colgaba...pues más o menos las mismas tonterías que en éste (cuánto ha llovido y qué poco hemos cambiado....) amén de relatos de mi puño y tecla. Hablando de relatos, me acabo de acordar que.....no, no, no, para, esto suena demasiado a monólogo malo (viniendo hacia aquí me ha sucedido algo gracioso...), no voy a hacer una elípsis (¿era elípsis? jo, tantos años de lengua para no acordarme de nada....una hora y media apenas ;)) para introducir el tema de los relatos....por lo tanto, el diccionario Webster define relato como....vale, otra vez.....venga, ahora en serio (lo que estéis acostumbrados a hablar conmigo sabéis que esta sucesión de paréntesis, puntos seguidos, y cosas que no tienen nada que ver es una representación a escala de mis conversaciones =)), este relato lo presenté el año pasado al certamen de la asociación cultural de mi escuela y ganó/é (sí, lo sé, no es el Nobel, pero por algo se empieza, ¿vale?). Por supuesto, lo presenté no sólo bajo pseudónimo sino con la colaboración de una amiga para evitar confrontaciones con el jurado que me la tiene jurada desde que juré que.....olvidémoslo y demos paso al relato (que ahora que me acuerdo tiene una historia detrás, pero ya os la cuento otro día....)

Una memoria de cristal

Aún quedaban algunos jirones de noche en el cielo y Sebastián ya se había despertado. No tenía problemas de insomnio, todo lo contrario, pero durante toda su vida había vivido con el sol y no lo entendía de otra manera.


Se sentó en el borde de la ya desvencijada cama de matrimonio y cerró de nuevo los ojos. No tenía sueño, sólo era un ritual que le acompañaba cada mañana desde hacía varios años. Las aletas de su nariz se abrieron temblorosas escudriñando el ambiente y comenzó a inspirar lenta y cautelosamente. Sus músculos se relajaron a medida que el aire entraba en sus pulmones.


Recorrió primero su cuerpo, su viejo y marchito cuerpo, la cama, el sudor que se mezclaba con el almizcle de las sábanas y, al otro lado de la cama, nada. ¿Nada? Inspiró profundamente pero no conseguía captarlo. Inspiró una, otra y otra vez más mientras su pulso se aceleraba. En este punto paró, abrió los ojos y se incorporó rápidamente por lo que tuvo que agarrarse a los pies de la cama para no caerse. Pero no, no había tiempo que perder. Todavía a trompicones se dirigió a la cómoda y la revisó de arriba abajo. Nada. ¿Cómo podía habérsele olvidado? Su memoria estaba cada vez más deteriorada. Pero siempre guardaba el de reserva en uno de los cajones del baño, ¿verdad? Se dirigió corriendo hacia ahí y comenzó a revolver todo, poseído por un frenesí. Nada. Maldijo y comenzó a llorar y a balbucear palabras ininteligibles entre recipientes volcados y azulejos ya gastados.


Pero había solución, siempre hay solución. Él sabía como solucionarlo. Se incorporó un poco avergonzado por haberse dejado dominar por la situación y comenzó a arreglarse. Sin prisa pero sin pausa, como siempre decía. En ese momento su mayor deseo era salir a la calle, aún en pijama y pantuflas, pero ante todo era un caballero y tenía que ir bien vestido. Se puso una de tantas camisas blancas con los cuellos almidonados, su traje de pana beige y unos zapatos bien lustrados. Se ató un pañuelo azul al cuello al que se abstuvo de echar colonia y cuando abrió la puerta para salir cogió su sombrero preferido del perchero del recibidor.


Las calles aún estaban frías. Apenas se veían coches y los que pasaban llevaban las luces puestas. Las persianas de los comercios comenzaban a levantarse y las cafeteras de los bares empezaban a funcionar. Del mercado del barrio ya salían voces anunciando el género o cuadrando cuentas. Ése era el sonido de las mañanas. Sebastián sorteó a los primeros transeúntes todavía sonámbulos y se dirigió rápidamente a la tienda, que distaba nueve o diez manzanas de su casa. Su memoria ya no era lo que había sido antaño y sin embargo, era capaz de recordar exactamente donde se encontraba. Podría decirse que sabía llegar con los ojos cerrados.


Cruzó calles con nombres de generales famosos, de batallas pírricas ya olvidadas en la memoria colectiva. Cruzó un país, dos ríos y giró por un tercero en el que se encontraba la tienda. Al acercarse, su corazón, medio por el esfuerzo medio por la emoción, comenzó a acelerarse de nuevo. Hace unos años, tuvo que esperar una semana a que repusieran el producto. Fue entonces cuando comenzó a llevarse uno de repuesto, pero esta vez se le había olvidado. Su estúpida y vieja memoria.


Apenas estuvo diez minutos dentro. La dependienta, una chica joven y risueña leyó el papel que Sebastián le tendió y se dirigió a la trastienda. Después de pagar, le dio las gracias y salió de nuevo a la calle, más relajado. Ya lo tenía y sin embargo no quería perder más tiempo por lo que, en vez de volver andando, paró un taxi y le dio la dirección de su casa.


Al llegar no encontró el ascensor donde lo había dejado apenas media hora antes. Para no demorar el momento de abrir el paquete, subió de dos en dos los escalones. Llegó hasta su puerta sin aliento y tan nervioso que necesitó de casi otra eternidad, o así le parecía, para encajar la llave en la cerradura.


Sin tan siquiera quitarse el sombrero volvió a su cuarto, se sentó en su cama todavía deshecha y rasgó el envoltorio del paquete. Su respiración se aceleró aún más cuando vio el frasco lleno, rebosante del líquido cuya carencia le había hecho sollozar un rato antes. Un gran sentimiento de alivio le envolvió en ese preciso instante y con dedos temblorosos desenroscó la tapa. Pulsó el pulverizador una, dos y tres veces, se tumbó en la cama y cerró de nuevo los ojos.


Un aire renovado entró en sus pulmones. En ese momento se hizo la luz en su interior, en su frágil memoria de cristal: sonrió suavemente mientras por sus mejillas caían lágrimas de nostalgia, de felicidad, de alivio. “Gloria...¡Gloria! ¡No sabes cuánto te he echado de menos! ¡Qué cerca he estado de perderte esta vez!”.




Escuchando: Metallica - The Unforgiven (I y II, del III pasando...)

viernes, 1 de enero de 2010

¿Buenas expectativas?


2010 acaba de aparecer, tal y como se esperaba, puntual (aunque algún listillo con reloj atómico pueda contradecirme). Y va a empezar por todo lo alto, amen de lo que haga cada uno, en cuanto al cine y las series se refiere; en unos días se estrenará en nuestro país dos películas que han encumbrado, una vez más, a sus protagonistas: George Clooney y Morgan Freeman. Me estoy refiriendo a Up in the air e Invictus, respectivamente: la primera es otra obra del canadiense Jason Reitman (conocido por Gracias por fumar y Juno, entre otras) mientras que la segunda narra el comienzo de la presidencia de Mandela a manos del rey Midas de Hollywood, del rubio, de Harry...hablo, por supuesto, de Clint Eastwood. Además de estas y otras superproducciones del celuloide, en la pequeña pantalla tendremos, dios mediante (estoy muy místico este año, ¿no?) el estreno de Juego de Tronos la primera novela de la serie Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin: un casting completo desvelado hace unos meses que cuenta con actores de la talla de Sean Bean, Peter Dinklage (talla, ¿lo pilláis? =P) o Lena Heady. Pero, por encima de todo esto, 2010 nos trae The Pacific la "continuación" (entrecomillado porque es contemporánea en otro escenario) de una de las mejores series....de la mejor serie....de LA serie....Hermanos de Sangre (es injusto, esto último debería ir con luces de neón y no simplemente en negrita, ¿existirá el código neón en HTML?).

¿Por qué tanta obsesión? ¿por qué tanto bombo, tanto intento de convencer a la gente de ver lo que podría ser una película más de la segunda guerra mundial? podrían preguntarse aquellos que no la han visto (damas y caballeros, antes de continuar, si alguno de los presentes ha visto la serie y la califica como una película más les ruego abandonen mi blog ipso-facto, gracias). Para empezar porque en IMDb tiene una calificación media de 9.6, cuatro décimas más alta que Cadena Perpetua y El padrino (#1 y #2 en el top250, respectivamente) que son simplemente...perfectas.

Pero no es por eso. Puede ser porque la serie se quede corta respecto a los hechos en los que se inspira. Cuando uno ve la serie la primera vez (porque, afrontemoslo, no se ve sólo una vez...) piensa en múltiples ocasiones Sí, ¿y qué más?. Cuando lees el libro en el que están recogidos los hechos piensas ¿¿Y por qué no metieron esto en la serie también??...(Para aquellos que crean que esto es simple propaganda americana tal vez deberían verificar la fuente de información de estos hechos, el historiador Stephen E. Ambrose)

Pero tampoco es por eso. Al principio de cada uno de los nueve primeros capítulos, los protagonistas reales hablan de su experiencia en el campo de batalla en los escenarios que se narran (Normandía, Carentan, Bastogne...) lo cual le da un carácter mucho más humano a una serie que, se podría pensar, tiene de todo menos sentido humanitario (nada más lejos de la realidad). Tampoco es por eso. Hace poco, un capitán del ejército español me dijo que en las clases de liderazgo que se imparten a los mandos, se les hace ver esta serie para que aprendan cómo levantar la moral de las tropas bajo fuego enemigo y otros conceptos que no vienen en los manuales al uso. Tampoco...

Sería absurdo obviar todos los hechos expuestos anteriormente para considerarla una gran serie, pero como dije al princpio del post, es LA serie, y lo que marca la diferencia, en mi opinión es la continuidad. No me refiero a ésta como categoría de goofs en IMDb (como el famoso croissant/bollo en Pretty Woman) sino a la evolución de los personajes. Cómo pasan, en apenas diez episodios, de ser unos chicos llenos de ganas de matar al mayor número de boches a entender que, como ellos, los alemanes son gente que lucha por su país; que en circunstancias distintas, esos hombres podrían haber sido amigos (como en la famosa historia de los dos días de Navidad de 1914 en Flandes, retratada en la película Joyeux Noël); que los verdaderos amigos, los verdaderos hermanos, se hacen en las noches de frio, sufriendo pies de trinchera y compartiendo temores; y que al verdadero líder, el que les une, puede convenirle que todos los demás creyeran que es el mayor hijo de puta de toda la legión.


Sí, 2010 nos trae grandes propósitos, muchas expectativas, y The Pacific ...no, no estará a la altura, pero no por eso dejaremos de disfrutarla. Si de todas las opiniones que vierta en este blog os tenéis que quedar con una, es ésta, no se hará nunca nada ni parecido a esta serie, así que vedla...y aunque esto no tiene que ver con nada, un poco de protector solar no mató a nadie ;)

Escuchando: Guns n' Roses - Greatest Hits (¿sólo yo me he dado cuenta que el rasgado de Patience es muy parecido al American Pie de Don McLean?)